lunes, 17 de febrero de 2014

REFLEXIONES: La mayor película es la realidad - desde Brasil hasta el Sáhara Occidental

La vida está compuesta de historias y lo mejor que tenemos son las conversaciones sobre esas historias. Las mejores conversaciones son las que tienes con alguien que aprecias sobre un tema que a quien lo cuenta o a ambas partes, apasiona… un libro, una película, una situación. Cualquier cosa vale, todo cuenta, todo momento o anécdota sobre la que haya una interpretación, puede dar lugar a la más interesante de las pláticas.

Todavía recuerdo esas tardes “de estudio” con Rocío en la terraza de nuestra residencia, hablando durante horas sobre el libro "La sombra del viento"… El estudio quedaba en un segundo plano, los personajes parecían estar sentados en esa misma mesa y nosotras íbamos escudriñando –uno tras otro- cómo eran y qué representaban a nuestro parecer.

He aquí una gran conversación, México DF, paseando hacia el museo Tamayo. Bea, una de mis amigas de México, me explicaba el último documental que había visto. El brillo en sus ojos, la pasión con la que hablaba y el tema que trataba este filme: hicieron que no pudiera esperar a verlo y seguir conversando, pero dando mi punto de vista sobre esta historia.


Waste Land  cuenta la historia de un grupo de personas que trabajan en el mayor basurero del mundo –Jardim Gramacho- situado en los alrededores de Río de Janeiro (Brasil). Ellos se autodenominan “catadores” (recolectores de materiales reciclables). La cinta –filmada durante casi tres años- relata el viaje que el reconocido artista Vik Muniz realiza desde Nueva York hasta su nativa Brasil. Muniz va explicando el proceso de su obra y, al mismo tiempo, se observa cómo se va involucrando e implicando más y más con cada uno de los trabajadores de Gramacho, los cuales se convertirán en protagonistas de su arte. 


El artista realiza diversos retratos. Después, en una gran nave, cada retrato se plasma en forma de silueta y los mismos catadores son los que ayudan a “representar” su propia instantánea mediante infinidad de materiales que ellos mismos se dedican diariamente a recoger. El resultado es sobrecogedor para el espectador. No puedo imaginar lo que ellos sentían al subirse a ese gran andamio y se observaban así mismos, desde una perspectiva que jamás habían imaginado. Todos ellos relatan sus historias y cómo los avatares de la vida les han llevado a Jardín Gramacho. En ese instante, comienzan a verse de una forma diferente.


Muniz explica cómo su objetivo principal era “cambiar la vida de un grupo de personas: el proyecto surge de la necesidad imperiosa de hacer algo que les reporte algún beneficio”. Una vez se realiza la obra a partir de cada retrato dibujado con los materiales, el artista realiza una fotografía gigante de cada una de ellas. Algunas se llevaron a una casa de subasta donde llegaron a conseguir hasta 28.000 libras. Y todas ellas fueron representadas en el Museo de Arte Moderno de Río, batiendo records de asistencia. Todos los beneficios económicos recaudados de las obras fueron dirigidos a cada uno de los protagonistas.

Durante el documental, aparece la mujer de Muniz y le plantea algunas dudas sobre el trabajo que está realizando… El hecho de que los catadores seleccionados colaboren con él y con su equipo, vayan a un estudio profesional, acudan a una subasta en Londres, se vean como obras de arte en un museo… conocer todo eso y luego tener que volver a su –cruda- realidad ¿puede que les reporte más dolor que beneficio? Según su planteamiento, los seres humanos somos muy frágiles. Cuando siempre has conocido “tu mundo” y no sabes qué hay “más allá”, quizás conocerlo y tener que regresar… ¿te hará sentir más infeliz todavía?


Conversando sobre este tema y, tras haber visto el documental, vino a mi mente una situación y lugares aparentemente muy diferentes y que nada tienen que ver;  pero que en su momento me plantearon la misma duda. Hace casi 10 años tuve la suerte de visitar con mi madre los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf (Argelia). Sáhara Occidental. Antigua colonia española, actual territorio ocupado por Marruecos, con grandes reservas de recursos naturales y un conflicto sin resolver frente a la pasividad y/o ineficacia de los organismos internacionales. En 1975, muchos saharauis tuvieron que huir del que es su país y comenzar una nueva vida. Actualmente, la mitad del pueblo saharaui vive en campos de refugiados en mitad del desierto: sin agua corriente, sin red eléctrica, sin apenas trabajo y falta de medios de educación y sanidad. La otra mitad de los saharauis siguen en su territorio original pero viven bajo ocupación marroquí. A día de hoy, la ONU considera el Sáhara Occidental como el mayor territorio del planeta que todavía no ha sido descolonizado

Muchas familias españolas acogen durante los meses de verano a niños saharauis. Les ofrecen todo lo que tienen, acuden a profesionales sanitarios de diferentes especialidades, viven en las mejores condiciones y gozan de todas las “bondades” del mundo desarrollado durante un período de tiempo limitado. ¿Les reporta eso un evidente beneficio o es mayor el inevitable desasosiego, contradicción interna o dilema al que se enfrentan al regresar al que es su hogar? Mi respuesta es que sí. Siempre es mayor el beneficio o lo positivo que ellos pueden llevarse de esa experiencia… pero es inevitable que vuelva y vuelva a surgir esa duda... ¿Es más feliz el que sólo conoce su mundo y no sabe qué posibilidades hay más allá? ¿Vivirá siendo infeliz el que conoce otro mundo pero regresa a aquel del que partió? 


“Levanté la mirada y un enjambre de estrellas me golpeó en el corazón a través de las pupilas dilatadas. En ese instante luminoso, suspendida entre la arena y el cielo, llegué a creer que nunca más vería algo tan hermoso.”

(El beso del Sáhara, de Gonzalo Moure)


4 comentarios:

  1. Ahora no tienes viajes y nos deleitas con el recuerdo y las reflexiones de viajes anteriores
    Es genial aprovexhar asi los recursos
    Me alegro por ti
    Jajr

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  2. Un salto cualitativo en tu blog; reflexiones profundas que invitan al lector a analizar detenidamente tus comentarios. ¡Sigue así, preciosa¡¡¡¡Te queremos.
    Tía M. Jose.

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  3. Enhorabuena por tu blog, o
    Por compartir tus experiencias e inquietudes, es una delicia leerlos y hacen sentirte más cerca de nosotros. Como sabes , he tenido cuatro niños saharauis en casa, he estado en sus casas en el Sahara y yo también me pregunto lo mismo . Un beso

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