No quiero comenzar ya con aires
de Vito Corleone, pero debo aquí parafrasearle diciendo que “lo más
importante es la familia”. Y de eso voy a hablar en este post: de mi familia. Desde hace bastantes
años no vivimos los cuatro bajo el mismo techo y lo de coincidir todos en
tiempo y espacio se va haciendo cada vez más difícil. Pero el milagro sucedió y
durante 3 días, hubo reencuentro Jiménez-Olite en el mejor escenario posible:
México.
Mi hermano y Ali comenzaban sus
vacaciones aquí, luego seguirían su periplo latinoamericano para unir sus
caminos finalmente en Guatemala con los patriarcas de la familia. De nuevo iban a
repetir la increíble experiencia en la Antigua, ciudad empedrada y custodiada por tres imponentes volcanes. Puedo recordar como si fuera
ayer aquel primer día hace ya cuatro años en el que entré en la sala Belén en
el hospital Las Obras del Hermano Pedro. Desde
hacía unos cuantos años no pasábamos el verano en familia y ese año fue por un motivo especial.
Fuimos con una ONG a colaborar con la admirable labor que realiza esa
institución que ayuda a la gente más desfavorecida y –siempre- la más olvidada.
Pero creo que esto da para otro post… (me lo apunto). De momento os dejo un
adelanto de lo que fueron esos días…
Allá donde he ido, mi hermano
hace las maletas y se viene a verme. Siempre. En las dos últimas aventuras
(Jordania y México), ha tenido compañera de viaje de excepción: Ali. Ya es una
más de la familia y a mí me encanta.
Esperándoles en el aeropuerto yo
me empiezo a impacientar, ¿por qué no saldrán? ¿qué habrá pasado?.... De
repente –tras las puertas que se abren y cierran continuamente y donde la gente
va saliendo con sus maletas- me parece verles con unos policías… abren sus
mochilas, comienzan a sacar ropa, bolsas, Néstor gesticula, percibo su “genio
Jiménez” desde mi estratégica posición… No puede ser verdad, ¡les han quitado
todo el embutido que traían!
NÉSTOR: Buji, sólo quiero comer tacos. Tacos
todos los días. Como en Jordania (allí fue la misma historia con el hummus).
¿Me llevarás a comer tacos?
LUCÍA: Sí, Néstor sí. Iremos a por tacos. ¡Todos
los que quieras!
Para olvidar el disgusto del
embutido, no hay otra opción: es la hora de los tacos. Primera noche, estreno de
tacos y de camisa. Manchurrón en toda regla. La temporada de tacos quedaba
inaugurada. Tacos, chelas, mezcal y un tequila “de bandera”.
Al día siguiente, una buena sesión de tianguis y luego al centro. Ali
queda limpia de todos los malos –si es que los tenía- espíritus. Poco a poco
vamos planeando su pequeña escapada. Tenemos a un guía de excepción (Héctor) y
la ruta ya está decidida: Querétaro, San Miguel de Allende y Guanajuato. Tenía
que buscarles algo que hacer a los visitantes en mi ausencia… aquí comenzaba mi
propia escapada particular, Miami me esperaba.
Los planes no podían haber salido
mejor. Ellos encantados y yo a un paso más de mí adorada tarjetita. Llegué a
casa, repartí regalitos, deshice la maleta y la hice de nuevo con ropa limpia.
Ahora sí, por fin me iba a subir a ese avión –que unos meses antes no llegué a
pisar- rumbo a Cancún.
Allí nos esperaban playas que hacían honor a su nombre de
Paraíso, paseos al más puro estilo Salou en Playa del Carmen, cócteles que
parecían batidos de colacao, impresionantes ruinas que, de nuevo, me trajeron
recuerdos guatemaltecos. Me impactaron especialmente las ruinas de Cobá, en las que se podían observar los campos donde los
mayas disputaban torneos del famoso Juego
de la Pelota. Un juego sagrado que representaba el origen del universo y
con el que pretendían invocar al Dios del Sol. La finalidad era conseguir que
una pelota de caucho atravesara el delgado y estrecho anillo de piedra. Pelota a la
que sólo podían golpear con los codos, hombros y caderas. Mirando las enormes
construcciones de piedra ante nosotros, imaginabas a esos hombres emulando
volar y parecía que te transportabas por unos segundos a esa época.
Tras una pequeña odisea para
conseguir taxi y volver a casa, allí estábamos. Y por fin se iba a producir el milagro: mis padres habían llegado
hacía dos días y nos esperaban en casa. Cena de burritos gracias al chef de la
casa, abrazos, besos, risas, regalos para todos y por fin –rompiendo la
maldición del viajero- habían podido cruzar las famosas puertas con el embutido
en su poder.
Los cuatro turistas hicieron lo
propio (museos, bus turístico, Teotihuacán, mi padre cumplió su ansiado sueño
de manejar una trajinera en Xochimilco…) y yo por las tardes me unía a ellos.
El primer día llevé a todos – pero especialmente a Néstor- al barrio de la Roma
y concretamente a la calle Colima. Universo
del moderneo. Tiendas de segunda mano que esconden una
peluquería en su trastienda, tiendas de bicis, tiendas de skate. Esa calle
estaba hecha para él.
Otra de las tardes nos dirigimos
al circo mexicano por excelencia: la
lucha libre. Un amigo mexicano había hablado mucho de ese acontecimiento a
mi padre, aunque parece ser que le decepcionó un poco. Mi madre estaba con una
cara de estupefacción que se le fue pasando poco a poco… pero la que parecía
estar encantada y absorta en el espectáculo, del que no podía retirar la mirada
como si hipnotizada estuviera, era Ali. La repulsión con la que comenzó a
observar a los luchadores se convirtió poco a poco ¡en pura admiración!
Un día tocaba cenita especial
para celebrar el reencuentro por todo lo alto. El restaurante Bellinis fue el elegido. Es el restaurante giratorio más grande del
mundo, situado en el piso 45 del World Trade Center. Prometía mucho, pero terminó desencantando un poco. Es cierto que la vista es impresionante, y que el suelo sobre el que estás, se vaya moviendo mientras cenas, resulta
bastante curioso. Un hombre al piano
termina de componer la curiosa pintura. Pero la comida no fue tan exquisita como cabía esperar y el aire acondicionado casi hace que terminemos la cena
congelados (en la foto se puede observar como mi padre –ni corto ni perezoso-
decidió completar su outfit con un maravilloso chubasquero VERDE PISTACHO!,
perfecto contra las bajas temperaturas).
Las cenas no parecían estar de
nuestro lado en este viaje. En un intento por cenar todos (mi familia española
y mi familia mexicana) a modo de despedida y agradecimiento… fuimos a dar con
el restaurante ROMITA. A veces el esfuerzo
por querer elegir un sitio especial para una ocasión especial hace que termines
en la peor de las opciones. Aquí iría una foto de todos los comensales
sonriendo y brindando con una chelita, pero el hecho de que estuviéramos cenando a la luz de dos velas y que la
cena en general fuera un poquito cuadro; hace imposible esa instantánea. ((Sí,
pensaréis… todos los móviles hoy en día tienen flash… Así es, pero 1) gastamos
nuestras baterías utilizando la aplicación de linterna para poder leer el menú
y 2) no estaba el horno para bollos)) ;-)
Néstor y Ali abandonaron
territorio mexicano y siguieron tu viaje. Mis padres se fueron convirtiendo
poco a poco en expertos del DF. Metro, metrobús, taxis de todos los colores…
ningún medio de transporte se les resistía y conocieron rincones defeños de los
que ni había oído hablar. Hubo playa con los jóvenes y también tocaba playa con
los mayores (jóvenes de espíritu, sin ofensas). Pero ahora el destino era otro:
Puerto Escondido y allí Mazunte. Siguiendo la recomendación de
Héctor y Sara, allá que nos fuimos. Paseos por la playa, chelas, camarones y
más camarones, una cabañita de hogar durante tres días, lecturas interminables,
siestas eternas… Todo fue calma y relajación. Todo menos un detalle: ¡las olas
del Pacífico! El mar es tan bravo que no te atreves casi a acercarte. Mi padre
fue el más valiente y en uno de esos momentos, le pilló desprevenido y
las olas le arrancaron sus adoradas gafas de sol de cuajo.
PAPÁ: Voy a darme un paseo por la orilla,
igual cambia la marea y vuelven a salir hacia afuera… ¿?¿?¿?¿?
MAMÁ: No, no creo que salgan. No ves que
como se te cayeron estando puestas y con las patillas abiertas, estarán
clavadas en la arena, por eso no salen… ¿?¿?¿?¿
LUCÍA: (Como no se me ocurre nada que decir
que pueda superar a lo anterior, decido seguir andando en silencio por la
orilla)… jijij
Volvimos con las pilas cargadas y
con una semana por delante. Hubo tiempo para todo, más paseos, desayunos por
sorpresa en el hotel antes de ir a la oficina, mimos tirada en un sofá con mi
madre, risas con mi padre recordando viajes de otros años. También hubo tiempo
para las compras, para un afeitado de última hora y para muchas y largas conversaciones. Es
cierto que no pasan dos días sin que hable por Skype, Whatsapp o mail con
ellos, pero las tertulias cara a cara siempre han sido mi fuerte.
Parecía que nunca iba a llegar,
pero llegó el último día y, con él, las temidas despedidas… Pero no hay que
estar triste… en Navidades habrá de nuevo REENCUENTRO, tarde o temprano, siempre
lo hay.
"Uno
no vive fuera para descubrir a los demás, sino para descubrirse a sí mismo"
Q bien estar cerca de una familia tan maja!!
ResponderEliminarEsa limpieza de espíritus hahahahaha
EliminarMe ha encantau
ResponderEliminarQue "chute" de energía es tener a la familia cerca. un besote
ResponderEliminarPero qué guapos todos!!!!! Mua primi!!!
ResponderEliminarSi que es una gran familia y muy unida aunque estemos lejos a veces
ResponderEliminarjajr
Buji! Ayer por la noche leí este post y esa noche he soñado con vosotros. Íbamos en un coche camino a la nieve. Tu padre conducía Anacarmen de copi y nosotros tres detrás. Recuerdos del pasado de hará mas de quince años.
ResponderEliminarYo le explicaba a Antonio por qué la cara francesa del pirineo la nieve es mejor. Eso supongo que viene a raíz de que el sábado Esquié... Pero el caso que leyendote me ha hecho recordar.
Los post de Perú muy chulos tb.
Bueno chiquilla un besazo que sigas bien y si escribes mas post intentaré leerlos.
hello!!! gracias!! :)
ResponderEliminarno sé quién eres??? jejeje. besosss
:|
EliminarJuanfro te suena mas?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminarclaro!!!!!!!!! cómo estás??? sorry es que no me ubicaba con lo de Juanphrey jiji ;) qué tal??? besoss
EliminarBien! No se si te han dicho que estoy trabajando en Francia desde hace poco. Todo bien por aquí.
ResponderEliminarTu vienes en verano a zgz con intención de quedarte creo... Es así?
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