Como ya os dije hace unos días, este viaje a Perú tuvo de todo. Tras unos días de caminatas, sudores y esfuerzos… tocaba disfrutar. Y los que de verdad iban a disfrutar de lo lindo en esta segunda parte del viaje eran dos: paladar y estómago. ¡Allá vamos!
Reventaditos después del día-Machu Pichu, volvemos en tren hacia Ollantaytambo y allí, en bus, hasta Cusco. Esa noche dormimos como bebés. Finaliza aquí nuestra primera parte del viaje. Comenzamos con la segunda… Lima y disfrute máximo de la magnífica gastronomía peruana.
La compañía en todo viaje es una de las cosas más importantes. En este, sin duda, lo fue. Pero si además vas a Perú –cuya cocina está considerada la mejor del mundo actualmente, en boca de todos gracias a la pareja suizo-peruana Astrid & Gastón- con un amante y experto de la cocina en general y un apasionado de la gastronomía peruana, como el Dadaista Gastronómico: es todo un PLUS.
Teníamos preparada una ruta por los mejores y más típicos restaurantes. Había que probar la comida peruana y había que probarla de verdad. Entre Pisco Sour y Pisco Sour fuimos visitando lo mejorcito de Lima. Comenzamos en la cevichería PUNTO AZUL. Según el experto, esperaba algo más tradicional y fue un poco repetitivo. Según mi humilde opinión: me encantó! Probamos ceviche (muchos países de la zona se quieren atribuir su origen, pero no, es de Perú!) y tiraditos. La noche dio para mucho, incluso nos lanzamos a (intentar) bailar algo de salsa.
Es cierto que Lima nos desencantó un poco, la ciudad tampoco tenía mucho que ofrecernos y creo que todavía la mirábamos con “peores ojos” por el horrible frío que pasamos. Frío y mucha humedad: fatal combinación. Pero para ahogar nuestra congeladas penas… qué mejor que seguir comiendo y probando sitios nuevos. El segundo día tocó la cevichería del famoso chef Gastón Acurio: La Mar. Por la noche y para ver algo de la capital peruana fuimos a conocer el Parque de la Reserva y su preciosa colección de fuentes. Nos encantó.
El último día hicimos un poco de
turismo y comimos en un restaurante chifa. En Perú se utiliza este término para
la comida traída y adaptada por los inmigrantes chinos a finales del siglo XIX.
El término procede de la combinación de “chi” y “faan” (respectivamente “comer”
y “arroz”). El experto culinario había hecho los deberes y fuimos al mejor: Restaurante Chifa La Unión.La comida
estaba increíble, es cierto que con la primera sopa habría comido y cenado, las
raciones eran para gigantes. Muy curiosos los privaditos (tapados con cortinas)
para grupos pequeños.
Para bajar la comilona que nos
acabábamos de pegar e ir haciendo hueco para lo que nos esperaba esa misma
noche, decidimos dar un paseo por el barrio Barrancos, la zona que más nos
gustó de Lima. El barrio “bohemio” y con más encanto de la capital. Pasamos por
el “Puente de los suspiros”, por sus callejuelas empedradas y poco a poco
estábamos llegando al final del viaje…
Lo mejor estaba por llegar. La mejor forma de terminar este tremendo viaje. Menú degustación en el Restaurante Central (número 50 del mundo según la publicación “Restaurant”).
El menú recibe el nombre de “Experiencia Origen”, cada uno de los 10 platos estaba compuesto por ingredientes típicos de Perú y procedentes de diferentes zonas del país. Nunca había comido en un restaurante tan elegante, tan exquisito y con todos y cada uno de los detalles tan cuidados. La experiencia fue inmejorable. La decoración del lugar era sencilla pero muy bonita, nos sentamos en una mesa en la que se podía ver la cocina (acristalada) y todo el trajín que ahí “se cocía”. Me gustaron muchos detalles de la cena, pero enumeraré los más importantes:
- Cada plato nos lo traía uno de los chefs o un experto camarero y lo acompañaban con una extensa explicación de los ingredientes que contenía, su preparación y su significado.
- Muchos de los platos eran “finalizados” en nuestra mesa.
- La mezcla de sabores era perfecta. Al ver platos como “pulpo al horno sobre una capa de lentejas” o “ceviche aderezado con pétalos de diferentes flores y un granizado de una de ellas”… inicialmente podía parecer que esas combinaciones iban a ser explosivas. Pero totalmente al contrario, mi veredicto sería: muy sabrosas, pero nada fuertes, suaves a un paladar (tan inexperto en estos lares) como el mío.
- Entre plato y plato dejaban esperar un poco, eso hacía que la incertidumbre por saber cómo sería el siguiente manjar, cómo estaría presentado, que aspecto tendría… crecía y crecía hasta que alguien llegaba finalmente con tu vianda.
- Cuando Javi me dijo que el menú constaba de 10 platos, casi me caigo de la silla. Pensé “yo al quinto, ya no puedo más… y con lo que vale esto, ¿cómo me voy a dejar la mitad?”. Pero no. Las cantidades están tan minuciosamente medidas, que hacen que puedas terminar cada uno de los platos y tengas ganas de más, hasta llegar a los tres últimos: dos deliciosos postres y “tiempo para el té”. Un auténtico deleite.
- Tan excelente es la comida, como el servicio; no menos importante en estos casos. No resultan pesados ni agobiantes, sirven el vino cuando lo tienen que hacer, retiran los platos cuando es preciso y antes de servir cada nuevo plato, te obsequian con nuevos y apropiados cubiertos (algo que también despertó mi sorpresa, ¡ay qué inculta culinaria estoy hecha!).
En conclusión, una cena que a
priori puede resultar inaccesible o un “dispendio”; una vez más, mereció la pena. Tengo un buen
maestro y creo que le voy a ir cogiendo el gusto a esto de saber más de comida
y de (buenos) restaurantes.
Tanto el final del viaje, como
todo nuestro capítulo peruano, fue una AUTÉNTICA AVENTURA. Veredicto final: repito sin dudarlo. Let´s jump
somewhere else!!!
"No duermas para descansar, duerme para soñar. Porque los sueños están
para cumplirse"
Vaya viaje Lucía. Hemos leído las dos últimas entradas de un tirón. Qué emocionante. Nos has contagiado la pasión por hacer un viaje único: por la visita al Machu Picchu. No sé cuándo, pero ya está en nuestra lista de futuros destinos. Desde la rutina de Zaragoza, Burriana, Pamplona... y vuelta a empezar, se diría que tú estás explorando otras galaxias. Sigue disfrutando de tu vocación de astronauta, ah, perdón, de audaz exploradora... Un besazo de los tíos de Montecanal.
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