Termina junio. Dejamos atrás un
mes lleno de cambios y novedades. Y estrenamos julio con ganas de viaje, con ganas de Perú. Por fin
llega el día y eso significa algo. Ese viaje marca una fecha y –aunque suene paradójico- “el 14 de julio, en Perú, cumpliré seis meses en México”.
Con junio –y algo de retraso
según los pronósticos- llegaron las
lluvias. Lluvias de verdad. Tan sólo ha habido unos cuantos días de
tormentas verdaderas, pero ya tengo una pila de anécdotas que contar. Si sobrevivo
a los tres meses de chaparrones, auguro un libro entero de ellas. Cuando menos
te lo esperas, comienza la función y de unas simples gotas, puedes llegar al diluvio
universal en menos de cinco minutos.
Las calles se empiezan a inundar
(uno de los mayores peligros es la basura acumulada, hace que el
sistema de alcantarillado no funcione como debería). De la nada, surgen
personajes cuya función y número es totalmente proporcional a la cantidad de
agua que esté cayendo. Hombres vendiendo paraguas de todo tipo van poblando
todas las esquinas. Espontáneos se dedican a cruzar a la otra acera de la calle –en
brazos o en una especie de carretilla- a las personas que no se atreven a
hacerlo. Y cuando digo atreverse es porque sólo los valientes se lanzan a
introducir los pies (o parte de las piernas) en las improvisadas “piscinas” que
se van creando en la ciudad. Las botas de agua son el complemento más
codiciado en esta época. Todas las cuadras de la ciudad se van llenando poco a poco de puestos que venden estos accesorios, las
puedes encontrar incluso con plataforma y tacón (¡increíble pero cierto!).
Hace un par de semanas, una de
estas tormentas me pilló en el otro lado de la ciudad. Decidí llamar a los taxis
de confianza a los que solemos acudir. Cuando las circunstancias meteorológicas
son tales, la espera es bastante más prolongada de lo normal. Pero no es un
problema, espero, yo sólo quiero llegar sana y salva a casa. La situación fue
la siguiente: subida en el taxi y bastante empapada, pienso que lo peor ya ha
pasado, me relajo y comienzo a trastear en el móvil pensando en la llegada al
hogar, dulce hogar. El hombre conduce dando tumbos y girándose constantemente
hacia atrás para contarme historias sobre España, los coches pasan por los
lados y al salpicar los “charcos que parecen charcas”, la luna frontal del
vehículo queda totalmente cubierta por el agua y durante algunos segundos
(literalmente) NO SE VE NADA. Pero lo mejor está por llegar, comienzo a notar
que mis pies se van congelando por momentos, dirijo la vista hacia ellos y cuál
es mi sorpresa al ver… ¡que se está inundando el coche! El nivel del agua va
ascendiendo y mi estupefacción asciende con él. El hombre ve mi sorpresa y se
ríe, me explica “es que hay un hoyito, se pudrió una parte del coche… pero no
se preocupe… lo que entra, sale…”. No sé si reír o llorar, cuando al mirar al
frente compruebo que el piloto de reserva está encendido. ¡Ay madre, yo no
llego viva a casa! Pero llegué…
Las
lluvias pueden cambiar muchos planes. Pero este mes había uno que no iban a trastocar.
Uno de los miembros del “Comando Aragón”
cumplía años y había que celebrarlo por todo lo alto. Se trató de una
celebración muy mexicana y, como no podía ser de otra manera, el festejo
comenzó en una cantina. Hubo de todo: tacos, chelas, tequilas… y el grupo de gente iba creciendo cada vez más. Nos las
ingeniamos para que Héctor fuera sorprendido por los mariachis con “Las mañanitas”.
Como dicta la tradición totalmente instaurada en los cumpleaños celebrados en
México, el protagonista del día recibe un tartazo de alguno de sus invitados.
Parecía que Héctor se iba a librar, que sí, que no… que nadie se atreve… la
cosa se pone tensa… pero al final se lleva la famosa “mordida”.
Este mes me he
acordado especialmente de mis amigos, de mi gente y de todas esas personas que tengo
siempre presentes allá donde esté ¿por qué? No tiene porque haber un motivo especial,
pero quizás ha habido varios…
- Vamos descubriendo nuevos restaurantes y entre los nuevos hallazgos, un maravilloso vegetariano: “PAN COMIDO”. Vienen a mi mente recuerdos de mis visitas BAOBAB, La Olla Vegetal y La Birosta con una fiel acompañante. Lo mejor del lugar: su encanto y el té... muy dulce, como los de Jordania...
- Un plan de domingo de este variado junio fue acudir de nuevo a la Cineteca Nacional. Esta vez la película elegida fue “Carros de fuego”, un clásico pero que yo no había tenido el placer de ver todavía. La película habla sobre el esfuerzo, la superación, la fijación de metas y la lucha constante e inquebrantable por alcanzarlas. Además, muestra las diversas motivaciones que personas diferentes pueden tener para conseguir un mismo objetivo. La historia habla de atletas, pero los valores y sentimientos que transmite la película hacen que el trasfondo de la misma te transmita la importancia de luchar por tus sueños y nunca tirar la toalla para conseguirlos. La película me trajo muchos y muy buenos recuerdos de mis años de pequeña atleta, de las buenas amigas que conseguí y de los momentos en los que entendí que el sufrimiento vale la pena cuando cruzas la línea meta. Historia y banda sonora realmente inspiradoras. Os la recomiendo y aquí va un pequeño adelanto:
- Durante este mes tenía una tarea encomendada. Mi amiga Rocío estaba preparando un vídeo de despedida para mi hermano y su novia que, tras casi dos años en Rotterdam, abandonan el país de molinos y tulipanes para volver a la madre patria en ese camino por conseguir su propio sueño. Sus vacaciones comienzan en México y yo iba a ser la despedida del vídeo, dándoles la bienvenida a su próximo destino. Decidí grabarme presentando algunas de las cosas que les esperan aquí, en el país de rancheras, tacos y tequilas. Fueron ratos tremendamente divertidos (aquí os dejo una toma falsa) y me hicieron tener todavía más ganas de recibirlos en mi nuevo hogar dentro de muy poco.
- Este año se cumple el 15 aniversario de la archiconocida serie “Sexo en Nueva York”. Puede que para muchos represente un tremendo tópico, una serie que sólo habla de sexo y de tonterías femeninas… pero para mí esa serie simboliza mucho más. Al pensar en ella, vienen a mi mente las interminables noches de charlas en un sexto piso de una calle con nombre de flor, tardes cualquiera en un sofá de Zaragoza, días y noches en una residencia perdida del mundo en Leganés, conversaciones telefónicas eternas conectando personas en distintas partes del planeta. Es amistad, es diversión, es reír mientras lloras y es saber que eres importante para alguien. Por eso no podía cerrar este mes y este post sin una pequeña mención… ;)
“Los amigos son la familia que uno escoge”
El comando Aragón aumentará en unos dias de manera temporal, abrazos!
ResponderEliminarel video era lo mas!
ResponderEliminarGenial! me ha encantado! Con ganitas de que aumente el comando Aragón!
ResponderEliminarY qué chulas son las botitas de agua... y lo que pesan por las mañanas!
Esperando impaciente ya el próximo post!
Le ha encantado lucia!!lo que no te pase a ti!jeje un besicooo
ResponderEliminarDos historias sorprendentes. Personas que se brindan a tomarte en brazos para cruzar la calle..., taxis que se inundan... Lo cuentas de modo magnífico, sin querer se dibuja una sonrisa cuando estás leyendo. Buen viaje a Perú. Recuerdos desde la casita de Montecanal.
ResponderEliminarLa historia de los taxis húmedos es bastante subrealista (por eso el cineasta aragonés Luis Buñuel pasó tanto tiempo alli). Ahí que ir pensando en comprarse unas botas de agua bien altas para poder cruzar la calle. A ti si que te cruzaría alguno la calle pero a mi no creo.
ResponderEliminarLos carros de fuego es una de mis bandas sonoras favoritas y el sexo en N.Y. no es mi serie favorita pero si que se de que hablas. El grupo de amigas siempre es femenino; lo he visto mas veces y muy pocas de amigos tan intimos y que se prolongue tanto en el tiempo. Su si que tienes ese grupo y me gusta.
Tengo que ir al tren a recoger pasajero.
Un beso
Jajr
El final de tus post es siempre interesante, el de hoy es apoteósico
ResponderEliminarjajr