lunes, 20 de mayo de 2013

Una pequeña "dosis de hogar" en México DF


Sé que estoy a gusto en un lugar (por muy lejos que esté de mi ciudad, mi casa y mi familia), cuando hago algún viaje y al volver a “mi sitio”, en el taxi del aeropuerto al piso voy pensando “qué bien, ya estoy de vuelta en casa”. Podemos crear hogares muy lejos de “nuestro hogar”. Eso sólo se consigue cuando realmente estás a gusto en un sitio, con la gente y contigo mismo. Yo he sentido esa sensación volviendo de distintos aeropuertos en Madrid, en Holanda, en Jordania y ahora, de nuevo, en México.

Es cierto que aquí siento que ya tengo un hogar. Pero a veces, pasados unos meses desde la llegada… son necesarias pequeñas “dosis” de ese entorno más cercano, de “tu círculo”. Y con la primera de mis visitas en México DF, llegó una de esas dosis. Rocío desde Rotterdam y Carmen desde Luxemburgo, hicieron más de 24 horas de viaje –con parada y reencuentro en Madrid- para llegar hasta México lindo, donde yo les esperaba con muchísimas ganas e infinitos planes. La visita duró 10 días y, aunque entre semana yo sólo podía estar con ellas por las noches… dio para mucho. Un sábado de madrugada aparecieron por aquí y, a pesar de que el final se tornó algo accidentado por mi parte, fue una visita cargada de sorpresas, planes, risas y energía, sobre todo ENERGÍA. 

Voy a por ellas al aeropuerto, parece que una tarda en llegar porque le escuchan hablando de algo de un jamón y terminan quitándole su adorado bocadillo. Finalmente, reencuentro de las tres, me pongo pesadita con que NO paren de beber agua… “que a mí me dio el mal de altura, me puse malísima, no os puede pasar lo mismo que tengo muchos planes preparados…”. Sábado, primera parada para conectar con la cultura mexicana de lleno… ¡Xochimilco! Y esta vez… de día. La parte mexicana del grupo se retrasa, tenemos que esperar casi dos horas, nervios, cansancio por el “ahorita llego”… pero subimos a nuestra trajinera y todo eso queda atrás. Chelitas, carnitas, solecito, música y buena compañía, ¿qué más se puede pedir? Alquilamos la barca por una hora, pero esa hora finalmente se convierte en tres. Risas, bailes, confidencias, “puesta al día” con amigas que hace mucho que no ves, sonrisas que se salen de la cara, Rocío intentando llevar la trajinera, fotos, viejas amigas que conocen a tus nuevos amigos. La visita no ha podido comenzar de mejor manera. 




El cansancio del viaje, el cambio horario, la altura y las chelitas con el meneíto de Xochimilco parece que hacen mella en las visitantes… el ánimo decae… una pequeña siestecita. Pero, el día no acaba ahí. Tienen que conocer uno de mis sitios favoritos… La Pulquería



Cada vez que alguien te visita en un nuevo país, quieres enseñarle los mejores sitios, “tus sitios”, que prueben lo que para ti hace unos meses fue una novedad y ahora es algo habitual. Ves la sorpresa en su cara al conocer una historia, al probar un trago o pisar por primera vez un antro. Parece que el pulque no les seduce pero terminan sucumbiendo a los encantos del tequila, esta vez “la bandera” (limón, tequila y sangrita). No duramos mucho en la Pulque, estamos todos destrozados y mañana espera otro plan: Coyoacán y, esta vez, conoceremos por primera vez algo las tres juntas. Llevaba tiempo esperándolo y tras haber leído su biografía, esta polifacética mujer se había convertido para mí en alguien todavía más apasionante e inspirador. Tras cuatro meses en México, por fin visito el museo de Frida Kahlo.

He de decir que me gustó el lugar, pero quizás me decepcionó un poco el ambiente de “circo” o la excesiva explotación turística del sitio. Filas de personas para ir viendo las distintas habitaciones de la casa, pago extra si querías hacer fotos, muchísima gente en un lugar que, tras haber leído su historia, te imaginabas como algo más “único” y en ese contexto pierde un poco la magia que tú habías depositado en él. Pero, a pesar de todo ello, me encantó visitarlo. Si intentas abstraerte un poco del lugar como “museo” y de toda la multitud… puedes llegar a imaginarte a Frida pintando. Postrada sobre una cama con un espejo sobre ella. Los celos que le reconcomían al ver las sucesivas aventuras de su marido Diego Rivera ante sus ojos. El amor enfermizo que a la vez le unía y ataba a él. La inspiradora y turbadora mente que movía todos sus actos y obras de arte.

Me gustó mucho el jardín que había en el centro de la casa, las paredes azules, la decoración y una exposición en la parte final, que se centra especialmente en la vestimenta de Frida. Cómo hacía de ella una forma de expresión, a la par que la utilizaba como “mecanismo de defensa” y como un modo de ocultar sus minusvalías físicas: una pierna más corta que otra o los corsés a los que estuvo confinada la mayor parte de su vida por los diferentes accidentes que sufrió. A día de hoy, sigue siendo un icono a nivel cultural, a nivel artístico, una leyenda viva en México y un referente de mujer adelantada a su tiempo y que se escapaba de los estereotipos o estándares clásicos del género femenino. Más allá de lo que pude ver en el museo, esa visita dejó un pequeño poso en mí. Posteriormente a la visita, surgen momentos en los que te paras a pensar, de repente, en un momento cualquiera y te imaginas cómo sería la vida y la mente de esa frágil –a la par que inquebrantable- mujer.  





Las intrépidas visitantes fueron haciendo su tour particular por la capital mexicana. Teotihuacán, Zócalo, Polanco, Chapultepec… cada día tenían un destino y cada noche volvían con millones de historias, anécdotas y risas para compartir en casa. Para finalizar el día, yo les tenía preparada alguna sorpresita. Uno de los días tocó visita a Garibaldi (zona de mariachis por excelencia) y cenita en el Tenampa. Rocío quería que le cantaran una ranchera y no podía dejar que volviera a Holanda sin su deseo cumplido. En el taxi de camino al lugar el conductor nos comenzó a meter un poco de miedo en el cuerpo… “¿van las tres solas a Garibaldi?”… “Pero eso es muy peligroso para tres damitas solas…”. Yo ya había estado en el lugar y no había peligro alguno, del taxi al restaurante y del restaurante a otro taxi y a casa… Comenzamos a entender sus intenciones cuando nos dijo, así todo muy casual… “Yo les puedo acompañar si ustedes gustan, cobro por horas”. Decidimos que no era necesario y allí que nos fuimos.

Al ser un lunes no había mucho ambiente pero con la apretada agenda de planes que teníamos, no podíamos ir otro día. Finalmente la cosa se animó. Ranchera por 100 pesos (unos 6 euros). No queríamos gastar allí todo el presupuesto del viaje así que, tras una pequeña deliberación, nos decidimos por la canción Del Mariachi (Morena de mi corazón). Entre chelas, guacamole y unos tacos… solo una nos supo a poco. A lo que casualmente dimos solución. Un grupo de mexicanos que estaban a dos mesas nos invitaron a unirnos a ellos. No sabemos muy bien qué tipo de acuerdo económico habían cerrado con los mariachis… pero las rancheras no paraban de sonar, una tras otra y tras otra y tras otra. Perdimos la cuenta de canciones y de pesos que finalmente tendrían que pagar. Las “güeritas” éramos la atracción del lugar, con bailes incluidos… la más lanzada comenzó siendo Carmen pero al final las tres terminamos en la pista. Había mujeres en la mesa y creemos que nuestra presencia no les hacía mucha gracia… ranchera va, tequila viene… cuando ya se hacía tarde y con un cordial “mañana hay que trabajar” nos despedimos. Eso sí, más que bien servidas de rancheras, como la noche y el lugar requerían. 



Otro de los planes nocturnos y, de nuevo, otra actividad que descubrí por primera vez con mis queridas visitantes, fue la lucha libre en el Arena México (o Pressing  Catch, para Rocío). Se trata de un divertido espectáculo en el que la realidad y la ficción se van mezclando. Peleas que en ocasiones parecen pasos de baile ensayados y perfeccionados. Chicas muy ligeritas de ropa que anuncian los “rounds”, luchadores disfrazados con máscaras que bajan unas escaleras gritando como energúmenos a un público más que entregado, camareros vendiendo todo tipo de comidas y bebidas. En definitiva, un circo de lo más peculiar del que –sin darnos mucha cuenta- formábamos parte. Una forma diferente de pasar una noche en el DF. 



Aquí tendría que dejar un pequeño vacío… ya que el colofón de este magnífico tour por las maravillas mexicanas iba a ser en una paradisíaca playa caribeña, estrenando el precioso bikini naranja que las viajeras regalaron a su anfitriona, pero… no pudo ser. Algo que muchas veces se nos olvida que es lo más importante que tenemos… me lo impidió: la salud. Estoy bien, fue un pequeño sustito pero todo está bien. Rocío y Carmen disfrutaron de Playa del Carmen e Isla Mujeres por las tres y una pequeña parte de mí estaba allí con ellas.

A veces (más de las que nos gustaría) las cosas no salen como planeamos, imaginamos o deseamos. Pero, hay que afrontarlas y asumirlas como vienen. Valorar lo que tenemos y disfrutar de cada segundo al máximo. Esta semana vi un documental sobre un joven cuyo mundo y pasión son la montaña: "Summits of my life". Además de lo brutal de su historia, las increíbles imágenes y la sugerente banda sonora, lo que más me gustó fue la reflexión final con la que se despide la historia. Cuando somos felices no solemos ser conscientes de que lo estamos siendo… es algo de lo que nos damos cuenta a posteriori. Por eso hay que intentar aprovechar esos momentos de felicidad y no esperar a darnos cuenta cuando ya no lo somos.

Me encanta viajar, vivir en otros países, conocer lugares y gente nueva. Pero es cierto que si no puedo seguir en contacto y sintiendo esa “cercanía” con mi gente, aunque sea a miles de kilómetros, no termino de ser feliz estando fuera. La visita de alguien que quieres cuando estás tan lejos te hace ver que “siguen estando ahí, como siempre”. La visita de Rocío y Carmen me hizo muy feliz. Y no quiero quedarme con “los momentos que no pude vivir con ellas ese fin de semana”, sino con todos los pequeños y grandes instantes que vivimos el resto de la semana. GRACIAS. 



“Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas”








6 comentarios:

  1. muy bonito luci nunca hubiese hecho un resumen mejor.. dont worry habra II round espero ke estes al 100 para darlo tdo en el df

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  2. Increíble disfrutar así de la vida y de la amistad!! Canelita en rama Lucía!

    Ferry

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  3. Taking up the level!!!!! Muy bien!!

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  4. Parece que los momentos difíciles dan una vuelta de tuerca a nuestra capacidad de percibir, sentir, pensar... Magnífico artículo, tiene de todo, y un punto más filosófico y emotivo que los anteriores. ¡Qué grande eres!

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  5. en pocas palabras....gozadica de la buena, buena vibra, good feelings!!

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