Tras una larga semana (cuando
esperas algo con ansia, el tiempo pasa o muy deprisa o tremendamente despacio)
de trabajo, gimnasio, conocer a gente nueva… por fin llegó el fin de semana.
Teníamos muchas ganas de un poco
de playa, solecito, piscina y salir del DF (no porque no nos guste, ¡al revés!,
pero todo cambio de aires es bueno de vez en cuando y la novedad siempre gusta).
Entre españoles y mexicanos, nos
reunimos cuatro coches, partimos de la capital mexicana y, rumbo al Pacífico,
nos echamos a la carretera. El “ritmo mexicano” comienza a recordarme a todos
los viajes que he hecho a este lado del charco (Cuba, Santo Domingo, Ecuador,
Guatemala…). Aquí las prisas no son prisas, la paciencia es (o se va
convirtiendo) en virtud, a la par que necesidad. Cada media hora, 100
kilómetros, “ahorita” hay que parar. “Este pinche güey se perdió”, “no mames,
tengo hambre, hay que parar a desayunar”, “pinche pendejo! Vamos a parar a
comprar algo de chupar (beber/tomar)”, “no mames güey, estoy manejando”…
Entre paradas y pendejadas,
llegamos a Acapulco. De camino, cerca de Cuernavaca, pasamos por una curva
conocida como “La Pera”. El trazo de su forma le otorga su nombre y su
peligrosidad avala su fama. La conducción mexicana –con sus diferencias- me
quiere recordar a la jordana. “La ley de la jungla”, aunque en los países
árabes con mucha más afición por la bocina.
Nos vamos acercando y una
bofetada de calor y humedad hacen que sepamos que hemos llegado. Carretera de
curvas y a un lado vemos como nos acercamos a la Bahía… es curioso, el paisaje
te recuerda a algo español, la fotografía te es familiar… es una especie de
Benidorm. Aunque poco a poco se van conociendo algunas diferencias...
Cerca del mar, lo que toca es
marisco. Aunque es cierto que la oferta mexicana es de lo más variada y peculiar (atención al menú). Finalmente, entre ceviches, arroz con
camarones y 2x1 de “chelitas” (cervezas), comienza el fin de semana. Entre los
amigos mexicanos, algunos son de Puebla, una localidad a poco más de 100 kilómetros
del DF. Se respira el “pique” (siempre de buen rollo). Se les
llama pipopes y, para los residentes de esta ciudad, el significado es “Pieza
Poblana Perfecta”. Los habitantes del DF lo tienen claro, nada de eso, sino
todo lo contrario: “Pinche Poblano Pendejo”.
Paseos, playa a las puertas del
hotel, piscina inundada de hamacas, sol resplandeciente y mucha, mucha, mucha
crema. Las vistas son maravillosas, el atardecer magnífico, pero lo mejor está
por llegar. La “peda” está al caer.
La fiesta mexicana es diferente,
en los antros al principio “deprimente”
(cuando entras, nadie baila, todos están sentados, nadie se inmuta, parece que
te has confundido de lugar…) Pero comienza el show, carros con globos tirados
por caballos, “tragos” para todos, fotos en ascensores, risas que hacen que te
duela la tripa, nuevas amistades, nuevas historias, tequilas por doquier y los
bailes –como si de una flor se tratara- comienzan a brotar.
Al día siguiente llega la "cruda" (resaca) y, cada cual, la pasa como puede. Unos sentados, otros echados, otros comen
mientras toman para que tarde en llegar y algunos son tan valientes que se tiran
al vacío atados por una cuerda para ver si eso les ayuda [la foto está tomada a
las 4,30 de la mañana…* fijarse en la temperatura ;-) ].
Toda moneda tiene dos caras. Yo
viví la mejor, pero este fin de semana Acapulco también mostró su cara más
amarga. El miedo, la inseguridad y el peligro (desgraciadamente) también son rostros de este
México lindo. Al volver a casa, ayer por la noche, dando vueltas en la cama,
más que nunca… me alegré de formar parte del “tridente aragonés” y ser “la niña
de la casa” ;-).
Luci!!! Me encanta bloguera!!! Pelos de punta! Seguiré tus aventuras por aquí a la espera de un skype!!! Miss u!!! <3 Nerea :P
ResponderEliminarLucii que guay el.finde!!ya ya conoces a muchos pinches no??jeje se te esta pegando ya el.acento??me.encanta el blog!un besitoo wapa
ResponderEliminarHas descrito un poquito el horron de la sinrazon que una vez mas humilla ala condicion femenina. Ojala no suceda nunca mas......mm
ResponderEliminarPor mucho que cuentes lo maravilloso de los tragos es imposible contrarestar todas las noticias de la radio y la tv
ResponderEliminarTodos los dias hay alguna de lo mismo: el numerk de.muertes de un tipo o de otro
Ojala fueda al reves!
jajr
La niña siempre bien escoltada!!! :)
ResponderEliminarBrutal el colofón...que sutileza para explicar todo lo que a Acapulco te ha concernido...adoro tu verborrea y tus historias...una buena lección con la frase final...
ResponderEliminarDisfruta pero mantente bien, besos desde holanda
ResponderEliminarPasamos mucho miedo... ¡Qué bendición al saber que habías llamado a casa!
ResponderEliminarEs la otra cara de la luna. La que está oculta aunque esté en todas partes; siempre acechando para matarte la sonrisa.
Ten mucho cuidado.
Tu tía maría jesús
Vaya con la nueva concepción de la "paciencia", virtud y necesidad. El problema reside en el lado que inclina la balanza: ¿se trata de un descubrimiento, de que el tempo lento mejora la vida? Entonces los europeos tendríamos que aprender. O, más bien, ¿se trata de una concesión, a regañadientes, y por dentro quisieras un poquito más de premura en las cosas cotidianas? Bueno, en realidad, sólo tú tienes la respuesta. Un abrazo de Juan Carlos.
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