miércoles, 27 de febrero de 2013

No todo iba a ser tequila…


Cuando llegas a un país nuevo, una de las cosas en las que más notas que estás “lejos de tu casa” –y cuando hablo de casa, hablo de país y de hogar- es en las comidas. En los olores, en los sabores, incluso en los colores. En las costumbres culinarias y en las costumbres hosteleras: menús, propinas, camareros. Todo cambia. Y a todo nos acostumbramos.

Llevo poco más de un mes aquí y me queda muuuuucho por probar todavía. Pero, si tuviera que describir la comida mexicana con tres palabras, serían, sin duda alguna: colores (en plural), abundancia y salsas (también en plural). Si hubiera tenido que describir la comida árabe, esas tres palabras habrían sido: especias, olores y té (ya sé que es una bebida y estoy hablando de comidas, pero NUNCA en una comida árabe faltaba el té, por eso me permito esa pequeña licencia culinaria y semántica).

Colores en plural. Aquí una sopa –cuando yo pienso en sopa en España, viene a mi mente un caldo ardiendo para calentarnos en invierno- puede llevar hasta más de cinco colores. Por ejemplo, la sopa de tortillas está hecha de tomate, al que añades “al gusto” crema de yogur, trozos de aguacate, limón y tortillas partidas a discreción. Ahí queda eso.

Salsas en plural. Nunca pedirás un taco y te traerán una única salsa. JAMÁS. Mil millones de salsas, procedentes de los mil millones de tipos de chile, de los que surgirán mil millones de posibilidades. Nunca un taco te sabrá igual que el anterior o que el siguiente.

“Tras esta breve isagoge. Sintonicémonos”. (No me estoy inventando palabras -qué sí es una de mis aficiones habituales- leí esta frase en un artículo y me ENCANTÓ).

Comienza la semana y la rutina de trabajo. Tenemos una hora para comer y, aunque estoy muy cerquita de casa, ir a comer a casa no es una opción. ¿Por qué? Porque existe la maravillosa “comida corrida”. Me explico. Lo que sería nuestro “menú del día” en España (que con mucha suerte te cuesta unos 10 euros), aquí es la “comida corrida”. Normalmente consiste en tres platos: sopa/crema o consomé, arroz o ensalada y el plato fuerte: enchiladas, quesadillas, flautas, chiles rellenos, arrachera (filete de rés), pechuga al horno y una infinidad de platos según el día y el lugar elegido. Todo esto SIEMPRE aderezado con limón y muchas salsas, guacamole, jitomate…(cuidadito con el picante… o luego dirás “¡me enchilé!”). Según el día, se sienten espléndidos y te pueden servir un postre (natillas, arroz con leche o gelatina). Todo esto por un módico precio que puede variar entre 40-60 pesos (¡no llega a 4 euros!).

Todavía queda mucho por probar: pozole, chapulines (grillos), tamales e infinidad de platos. Todo llegará.  

Por la zona de mi oficina existen muchas “tasquitas” en las que poder encontrar “comida corrida”. En algunas de ellas, si tienes suerte, la comida puede ser amenizada con unas rancheritas. El servicio es ejemplar. Nunca echarás de menos al camarero, siempre está “para servirle”. Es parte de la idiosincrasia mexicana. Puede ser. El hecho de que el 15% de propina sea algo habitual, establecido y “que todo camarero espera”, puede que también. Otros días, si nos sentimos un poco más sibaritas, nos vamos a “Palacio”, justo delante del World Trade Center. El menú son 70 pesos y es un sitio con más “clase”. Hay días que tanta sopa, sopita, arrocito y “comida corrida” saturan y opto por una ensaladita (¿ensaladita?). En la variedad está el gusto y aquí por variedad, no será. 


Este abanico de posibilidades tan económicas… a la gente como yo, que no tenemos ni idea de cocinar… ¡nos encanta! (Aquí es cuando habla mi conciencia: Lucía, prometiste a tu madre que ibas a volver de México sabiendo cocinar… que uno de tus compañeros tiene un blog de cocina, le gusta mucho, y te iba a enseñar…. Lo sé, lo sé… sólo llevo poco más de un mes… tengo que conocer la gastronomía mexicana para luego comenzar a hacer probatinas). ¿Auto convencimiento o realidad? En un año lo comprobamos…

Entre comida y comida, a mitad de semana, siento el primer temblor en México. Fue un temblor muy leve pero en mi oficina, en un piso número 10, se sintió algo más que en otros sitios. La verdad es que yo ni me di cuenta, hasta que me lo dijeron. Es cierto que me noté un poco “mareada”, como que “algo temblaba” pero pensé que ese algo era yo. Las mesas se movieron un poco y fue una sensación un tanto extraña. Aunque es cierto, que la gente que ya ha vivido episodios como ese (y, por supuesto, mucho más graves) recuerdan momentos anteriores y se asustan más de lo que yo me asusté. Es decir, nada. Hablando con uno de mis compañeros de piso (que trabaja en otro barrio), lo comentamos y él me dijo que lo acababa de sentir. Yo (sin pensar antes de abrir la boca, como viene siendo habitual en mí), le pregunté a mi jefe “¿pero esto se nota en toda la ciudad, en todos los barrios?" A lo cual él me contestó: “Lucía, ¿cómo preguntas esas cosas? Sí, los terremotos suelen ser en toda la ciudad, no sólo en nuestro edificio”. (Preguntas de una novata en México).

Siguiendo con la comida, probar cosas nuevas está muy bien pero, una vez las has cogido, perder las buenas costumbres no es nada bonito. Así que allí que nos vamos el jueves noche a por nuestra sesión de “chelas” (cervezas) y taquitos. Tacos, esos grandes amigos de miles de posibilidades y miles de nombres. Carnitas, gorditas, de bistec, de chorizo, de alambre, de canasta, al carbón, de chicharrones, de cochinita pibil… Pero, sin duda, los mejores… los más tradicionales, los más típicos, los únicos e inigualables “tacos al pastor”. AMOR ETERNO. El pasado jueves probé el mejor taco al pastor, por el momento. Tan buenos, que el sábado al despertarme, no me resistí y tuve que ir a por otro. 




Entre comida y comida, vas dando paseos, conoces nuevos lugares, nuevas calles… y te sigues preguntando: ¿para qué estudiar publicidad o marketing? ¿Por qué dar tantas vueltas a las marcas, a lo importante que es la elección del nombre de un negocio? La vida es más sencilla que todo eso. Piensa. Imagina. Cierra los ojos. Inventa. Voilà. Ahí lo tienes. 



Termina la semana y “el plato fuerte” del finde iba a ser el sábado. Teníamos un plan. Había un plan. Pero los planes están para deshacerlos y las reglas para romperlas. Fuimos a cenar a La Roma, un barrio que no conocíamos. El elegido fue un restaurante asiático, buenas referencias, un sitio “de bien”. Al experto culinario de la casa le convence, a nosotros también. Terminó siendo un cuadro. Muy caro. La comida dejó mucho que desear: el pulpo estaba muy hecho, el atún frío y duro, el salmón y bacalao supuestamente iban a tener unos espárragos por encima y resultó siendo mayonesa dibujando una bonita silueta. Y ya. En las fotos no se ve, pero el postre terminó de rematar la jugada. “Trilogía” se llamaba. A Vito Corleone habría que mandarles para “ajustar cuentas”. No sé ni cómo definirlo. Tarta de kiwi y galleta congelada, pero sin descongelar. Evidentemente, no les dimos el 15% de propina. Y, para ahogar las penas del dineral que nos íbamos a gastar en esa pésima cena, nos tuvimos que beber dos botellas de vino. Cosas que pasan… 



La cena fue maravillosa y la compañía también (exceptuando la comida, por supuesto). La cosa no podía quedar así, “una copa y nos vamos”. Esa frase suele ser peligrosa. Y, una vez más, lo fue. Fuimos al famoso Felix, un barecillo con mucho ambiente de La Roma. Conoces gente, comienzas a hablar de México, de España, de lo que sea. El caso es que no te vas. Y no te quieres ir. Y allí que nos quedamos. Y… finalmente… el plan del sábado, cayó. Cosas que pasan…


Entre comida y comida, y pasando la resaca de la noche anterior, teníamos recados esperando. Recados urgentes y necesarios. Nuestra adorada licuadora había muerto días atrás. Una pérdida inesperada y muy lamentada. Además de los “juguitos” a mitad de mañana en el puesto de siempre, somos muy amantes de los zumos (en casa ya son zumos de nuevo) de todo tipo. Piña, melón, espinacas, kiwi, lechuga, toronja (pomelo). Todo es bienvenido. Nada se rechaza. Y la moda de “lo verde” invade nuestro hogar. La cosa pintaba mal. Se había roto pero (digamos que) habíamos tenido algo que ver. La esperanza nunca se pierde. La metimos en su caja, con su ticket y todo muy correcto y allí que nos fuimos a probar suerte, a “Bodega Aurrera”, una especie de “supermercado-bazar-tenemos de todo lo que buscas” que nos encanta.

Al llegar allí, Héctor se dispone a hablar, a explicar lo ocurrido. “Nos gustaría cambiarla, ha debido salir defectuosa”. Una risa incontenible comienza a salir a borbotones de mi bocaza, tengo que alejarme para no fastidiar el plan. Este no podía salir mal. Este no. Se trata de nuestra licuadora, LA licuadora. Y no salió mal. La tenemos de vuelta en casa. Podemos descansar tranquilos y seguir tomando jugos, digo zumos. En mi huida (por el bien del grupo) me perdí por el supermercado. Tardé un rato en encontrarme, encontrarles. Pero mientras tanto… el que no se divierte es porque no quiere. Así que me puse a probarme sombreros y, en un abrir y cerrar de ojos, nos volvimos a reunir y a celebrar nuestro éxito culinario de la semana: la licuadora. 



Además de hablar de comida, esta semana quiero hablar un poco de cine. No sé si es por el espíritu Goya/Oscars o porque sí. Quiero recomendar una película. Muy buena y muy mexicana. Se llama “Arráncame la vida”. Muy bien hecha, muy bien contada. Simple pero con buenos diálogos, buena música, buenas actuaciones (magistral la de la actriz protagonista: Ana Claudia Talancón) y una historia de amor “a la mexicana”. La actriz va creciendo con la película, madurando… y conviviendo con un eterno dilema: un hombre al que no quiere pero gracias al que puede tener todo aquello que desee o el verdadero amor. Mujer adelantada a su tiempo, luchadora, caprichosa, enamoradiza y pasional.

Os dejo el tráiler para ver si alguien se anima a verla:








A beber y a comer vinimos, alegres estamos; por favor...así sigamos

Dinero, tequila y amor, no hay otra cosa mejor




(Ambos, refranes mexicanos. No pude elegir sólo uno)



4 comentarios:

  1. Eso de la licuadora es tan de la tierra...me encanta....A pasarlo en grande se ha dicho...

    ResponderEliminar
  2. Guardame mesa y ve pidiendome una comida corrida y chelas para Julio! besos hermana!

    ResponderEliminar
  3. Me encanta, me encanta! se me hace la boca agua de tanta comida!!! Miss u! Nerea.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...