Este post se ha hecho esperar un
poco más de lo normal… y será un poco más cortito… Esta semana ha sido un poco
caótica… de no parar, medio malita (esto de la comida mexicana, a veces te pasa
factura…) y preparando nuestro próximo viaje. Esta tarde volamos a la próxima
aventura. Prometo un súper post para relatarla con todo lujo de detalles
El fin de semana pasado era un
poco más largo, así que teníamos que aprovechar. Nuestra única salida de DF por
el momento había sido Acapulco, teníamos ganas de volver a preparar maleta y
lanzarnos a la carretera… barajamos muchas opciones, al final la elegida fue
Oaxaca: una bonita ciudad y, sus alrededores, que dieron para muchas y muy
divertidas historietas.
Partimos el sábado de madrugada…
la hora de salida eran las 5 de la mañana (yo a las 4,30 ya estaba en pie, para
estar lista ¡a las 5 en punto!)… Había una mexicana implicada así que la hora
de salida se retrasó un pelín… a las 6,30 estábamos en marcha. Hicimos una
parada de aprovisionamiento en Puebla. Cuando todavía estaban “montando las calles”,
allí llegamos y nos metimos un pedazo de desayuno entre pecho y espalda. Había
que coger fuerzas para lo que nos esperaba…
Llegamos a Oaxaca y tardamos un
ratito en encontrar nuestro hotel. Estaba muy bien situado y en pleno centro
pero el tema de las calles era un poco complicado, cambiaban de dirección sin
previo aviso, la que tenía un nombre… de repente se llamaba de otra forma. ¡Una
locura! Finalmente lo encontramos, dejamos nuestras cosas y, sombrero y gafas
de sol en mano, nos dispusimos a “patear” la ciudad. Serían las 2 del mediodía…
y en busca de un sitio para comer, decidimos que lo que tocaba era una “chelita”
para descansar del viaje y como primera “toma de contacto”. ¡Y anda que si lo
fue! Dimos con el lugar adecuado, la cantina “La Farola”. El sitio estaba
vacío, era un “antro” más de por la noche. Pero los dueños hicieron las veces
del mejor anfitrión de quién llega como forastero a un nuevo lugar. Oaxaca es
una zona conocida por su mezcal y, haciendo gala de ello, comenzaron a sacarnos
mezcal sin parar… acompañado de nachos, gajitos de naranja (esta bebida parece que
se toma con naranja en lugar de con limón) y “polvo de gusano” para untar esa
fruta antes de proceder a la ingesta de la bebida. Luego comprenderíamos de qué
se trataba eso del “gusano”… Decidimos ir en busca de una tasquita para comer
algo, si no queríamos salir de allí “a cuatro patas”… porque ellos no parecían
dispuestos a parar…
En busca de un sitio donde comer,
para ir “abriendo boca”, las más atrevidas (Sara y yo) decidimos que había
llegado el momento de probar los chapulines (“insecto
que brinca como pelota de hule”). El sabor es bastante raro, como amargo/dulce,
no sé si volveré a repetir… pero había que probarlo. Tras este descubrimiento,
comimos y recuperamos fuerzas. Y comenzamos a recorrer las calles de
esta preciosa ciudad. Muy colonial. Me recordó mucho a Antigua (Guatemala). No
sé por qué pero esperaba una ciudad (casi pueblo) pequeña, con poco movimiento…
Y ¡todo lo contrario! Una gran plaza, con mucha gente, conciertos improvisados,
mariachis (que nunca falten los mariachis) bailando “El mariachi loco” al más
puro estilo “macarena” (con vuelta incluida).
Recorrimos las calles de Oaxaca,
visitamos sus iglesias, nos cruzamos con “cabezudos” (recuerdos a las Fiestas
del Pilar y a los Sanfermines)… el día dio para mucho y no paramos de andar y
recorrer hasta la última calle y mercado de tan magnífica ciudad.
Al día siguiente, tocaba un poco
de “turismo rural”. Cogimos (mejor agarramos, aquí me he dado cuento lo
muchísimo que utilizamos esa palabra en España y lo poco que habría que usarla
en México… ya sabéis su significado y las bromas que puede conllevar) el coche y
comenzamos nuestro periplo por la zona.
Primera parada: el Árbol del Tule (“Árbol de iluminación”),
conocido por ser el árbol con el diámetro de tronco más grande del mundo.
Dibuja una circunferencia de aproximadamente 42 metros y una altura de 40
metros. Harían falta algo más de 30 personas abrazando el tronco con los brazos
completamente extendidos para rodearlo por completo. Este árbol, que pertenece
al grupo de los sabinos; además de enorme, es muuuuy viejo, con más de 2000
años.
Segunda parada: fábrica artesanal de mezcal. Hay
multitud de ellas a lo largo de la carretera que une los poblados de Matatlán,
Mitla y la ciudad de Oaxaca. Un amable señor nos fue explicando paso por paso
el proceso de su realización, desde su recolección, cocción (entre rocas
volcánicas) y calentamiento (cubiertos con piñas de maguey). Después de tres
días de cocción, se pasa su trituración, se machacan y se ponen a fermentar en
una tina de madera. El siguiente paso es la destilación, refinado y envasado. Es
posible encontrar una gran variedad de mezcales según el tipo de destilación,
la variedad de agave o según los frutos o hierbas que se le agreguen; entre
ellos: de gusano, pechuga, blanco, minero, cedrón, de alacrán, crema de café,
etc.
No hay que confundir el Tequila
con el Mezcal, aunque vienen de la misma planta ("el agave"), la
variedad de tipo de planta y proceso es distinto. El Mezcal es más característico
por tener un gusano dentro de la botella, que según la costumbre deber ser
comido una vez que se termina de beber el néctar añejado del agave.
Tercera parada: tianguis dominical. Aquí llaman
tianguis a cualquier mercado que no sea fijo. La palabra tiene su gracia y ya
te acostumbras a que en México, “lo de mercado, no se lleva nada”. Fruta,
calcetines, ropa, jugos, pan, fruta y más fruta, verduras. Puedes encontrar de
todo y, aunque se parecen entre ellos, cada tianguis tiene su “alma”. Paseando
entre sus calles puedes encontrar todo tipo de historias, parejas, familias… De
todas las fotos que hice, me quedo con estas dos: “Amor entre cebollas” y “Amor
entre rosas”.
Cuarta parada, y quizás mi
favorita, “Hierve el agua”. El que fuera hace 2500 años un complejo sistema de
riego y lugar sagrado de los antiguos zapotecos, ha sido aprovechado para crear
una gran “alberca” (piscina) natural, reconocido como balneario de agua
templada. Se trata de dos impresionantes
cascadas petrificadas (carbonato de calcio) formadas, desde hace miles de años,
por el escurrimiento de agua carbonatada. El lugar, marcado por sus grandes
contrastes, ya que se encuentra en una abrupta sierra, constituye un magnífico
paraje natural.
Entre parada y parada, he de
decir, que no duré despierta ni 5 minutos. Comienzo a plantearme si tengo algún
comienzo de narcolepsia, aunque esa teoría se tambalea porque me puedo pegar
viajes enteros hablando sin parar (como en el caso de la vuelta a DF). La
vuelta a casa fue de lo más entretenida, todos contando historietas de lo más
variadas, pidiendo turno como si no pudiéramos parar de hablar ninguno de los
presentes.
El último día de nuestro completo
fin de semana lo reservamos para visitar Monte Albán, ruinas arqueológicas de
la antigua ciudad fundada por los zapotecas aproximadamente 500 años a.C.
Situada en la cima de un cerro solitario -entre los valles de Etla, Tlacolula y
Zimatlán-Ocotlán- fue una de las primeras ciudades de Mesoamérica. Al parecer, la elección del emplazamiento de
la plaza principal de la antigua ciudad zapoteca se debió a cuestiones de orden
estratégico, porque esa localización permitía una mejor defensa de la ciudad en
caso de ataques militares. Nada más llegar, un recuerdo claro vino a mi mente:
las ruinas de Tikal (también en Guatemala). Imponente, altiva y extraordinaria.
Una vez de vuelta en la gran
ciudad, la semana transcurrió con poca novedad. Muchas ganas y preparación para
el próximo viaje y un alto en el camino para asistir a un concierto: Love of Lesbian. El acto tuvo lugar en el Centro
cultural español (en el Zócalo). Volvemos
a las andadas y queremos probar de nuevo “las mieles de lo VIP”. Un amigo
mexicano que trabaja para la cadena musical Telehit nos pasó invitaciones para
el evento. Tuvimos algún problemilla, que si no estás en la lista, que si “¿tú
eres Javi… de Canal 5?. Risas contenidas, un poco de “paripé” y allí que
entramos… barra libre de cerveza y vino, camareros merodeando con bandejas
cargadas de tortilla de patata, croquetas, patatas bravas… Todo “muy español”,
pero en México lindo…
Esa ha sido nuestra semana y ahora, Barrancas del Cobre y
Los Cabos… allá vamos!!!
"Todo gran
viajero, ha visto más
cosas de las que recuerda y recuerda más cosas de las que ha visto"
Luciii que chulo todo lo que has visitado!!espero que nos traigas una botellita de esas de mezcal!jeje un besitoo
ResponderEliminarMe encanta todos esos lugares
ResponderEliminarEs imposible ver en un solo finde tanta cosa
Siento sana envidia. Mm
A mi tb me gusta ese viaje
ResponderEliminarEn casi todos veo hablar mas de bebida que de comida. Porque será?
Este es de los que mas me han gustado, claro que el prox va a ser el no va mas. jajr
De narcolepsia nada sobrina..., agotamiento diría yo, vaya ajetreo. Viaje completo e intenso. No me extraña que caigas rendida. Cuídate. Juan Carlos
ResponderEliminarMe encanta luci!!!!! Que pasada!!!! Sigue ilustrándonos!!!! Besitos! Nerea
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